Por: José Rafael Araujo Nigrinis.
Esta mañana acompañé mi desayuno con una arepa limpia, de maíz maíz. Y me supo a región, a provincia, y de ahí a Nuevo Mundo.
Imaginé la expresión de los marinos de Cristóbal Colón cuando se encontraron esta sin igual gramínea un noviembre de 1492 en su exploración de Cuba. Y cuando Don Hernando, hijo de Cristóbal refiriéndose a este grano habló de él como de “buenísimo sabor, cocido o tostado, o molido en puches”.
Recordé al Libertador Bolívar hincha furibundo de la arepa de maíz pelada, prefiriéndola al pan europeo que tantas veces le habrían brindado en las Cortes europeas (De hecho el nombre de la arepa viene del vocablo “erepa” con que los caribes del hoy Estado de Sucre venezolano llamaban al maíz). Mientras, el Pacificador Murillo, se refería a semejante alimento como “hechas solo para estómagos de negros y avestruces”.
Vino a mi mente HOMBRES DE MAÍZ, del nobel 1967 Miguel Ángel Asturias, con su Gaspar Ilón. En la mitología maya-quiché el hombre fue hecho de maíz y en las páginas de esta novela se enfrentan los hombres que consideran al maíz como parte de su ser y como alimento sagrado, con aquellos que lo utilizan como un producto cualquiera de lucro, pero en ambos casos aplica el vocablo Taino de Ma-hiz significando “el que sostiene la vida”.
Y entonces, hilvanando me vinieron a la mente mil regalos de la naturaleza americana:
El tomate o jitomate (xitomatl, fruto con ombligo) verdura o fruta de mis preferidas, que viajó desde la azteca Tenochtitlán, a donde a su vez había llegado desde Suramérica, para “las Europas” alrededor de 1540 y se conoció allá como pomodoro (en italiano manzana dorada) puesto que las primeras cosechas en esas asombradas tierras dieron un tomate de color amarillo (secuencia verde,amarillo,rojo). Ya por los años de 1700 los franceses le habían acomodado el romántico apelativo de “pomme d’amour”.
La Papa (pan del indio), salvación de Europa, cuya paternidad se la discuten Chile y Perú, pero que en nuestra amada Colombia ha originado cualquier variedad, tocana, pachuna, criolla, tuquerreña o sabanera, pastusa, puracé, etc., es el mejor regalo que le han hecho al viejo mundo. Empezando porque la salvó de varias hambrunas como la producida por la Guerra de los Treinta Años.
A España, debió llegar por 1570 (vía Islas Canarias) y dicen que a Inglaterra por 1586 por obra de Francis Drake que la llevó desde Colombia.
¿Quién no pide en el mundo de hoy, en cualquier lugar, unas “french fries” o unas “potatoes Chips”?
El Cacao. ¡Qué delicia en una fresca mañana o en una tarde lluviosa gozarse en el espíritu con una calientica taza de chocolate, qué rico privilegio nos concede el Creador de América para la sana estimulación de los sentidos!
Descubierto como brebaje para pocos por el Conquistador Hernán Cortés en 1519 a su recibimiento como dios por parte de los aztecas, propagado por lo españoles en Europa como bebida privilegiada, con azúcar, llegó a su máxima popularidad luego de que a Henri Nestlé en Suiza (1875) se le ocurrió echarle leche. ¡Quién pararía entonces la propagación en el mundo de la Chocolatina!
Jorge Añez, en su Bambuco Los Cucaracheros, canta que “El que en Bogotá no ha ido con su novia a Monserrate, no sabe lo que es Canela, ni Tamal con Chocolate".
El Pimentón (Pimiento, Ají). Colón, creyendo que se trataba de la pimienta, ya lo menciona como uso común de condimento para la carne. Ya para su segundo viaje el almirante sabe que es una pimienta que no es pimienta y se le llama pimentón. En el Caribe se le dijo y aún hoy se le dice Ají. Los hay dulces (morrones), chillis y guindillas cuando son picantes.
La Vainilla, tal vez el mejor saborizante para helados y malteadas, sobre todo en América y Europa, ya era utilizada por los totanacas en México.
Y así, también regalamos al mundo los fríjoles (porotos), el aguacate (palta), el maní, la guayaba, la papaya, los arándanos, la ciruela roja (jocote) la piña (ananás), el marañón (su semilla se vende como el maní), el mamón (o mamoncillo), el anón, el caimito, el coco, la chirimoya, el mamey, el níspero, el zapote, la batata, la arracacha, el ñame, y la más querida en el norte de la América del Sur: la YUCA o MANDIOCA.
Definitivamente, como dijo el cantor Nino Bravo, “donde brilla el tibio sol con un nuevo fulgor dorando las arenas… cuando Dios hizo El Edén pensó en América”.
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