jueves, 19 de noviembre de 2015

ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAIS VALLENATO (6)

EL PAN DE MAÍZ.
(En memoria de la señora Nery Mejía)
Por: José Rafael Araujo Nigrinis
“Esta mañana acompañé mi desayuno con una arepa limpia, de maíz maíz. Y me supo a región, a provincia, y de ahí a Nuevo Mundo.
Imaginé la expresión de los marinos de Cristóbal Colón cuando se encontraron esta sin igual gramínea un noviembre de 1492 en su exploración de Cuba. Y cuando Don Hernando, hijo de Cristóbal refiriéndose a este grano habló de él como de “buenísimo sabor, cocido o tostado, o molido en puches”. Recordé al Libertador Bolívar hincha furibundo de la arepa de maíz pelado, prefiriéndola al pan europeo que tantas veces le habrían brindado en las Cortes europeas (De hecho el nombre de la arepa viene del vocablo “erepa” con que los caribes del hoy Estado de Sucre venezolano llamaban al maíz). Mientras, el Pacificador Murillo, se refería a semejante alimento como “hechas solo para estómagos de negros y avestruces”.
Vino a mi mente HOMBRES DE MAÍZ, del nobel 1967 Miguel Ángel Asturias, con su Gaspar Ilón. En la mitología maya-quiché el hombre fue hecho de maíz y en las páginas de esta novela se enfrentan los hombres que consideran al maíz como parte de su ser y como alimento sagrado, con aquellos que lo utilizan como un producto cualquiera de lucro, pero en ambos casos aplica el vocablo Taino de Ma-hiz significando “el que sostiene la vida”
Así comenzaba mi artículo publicado en el blog del suscrito, titulado AMÉRICA, TODO UN INMENSO JARDÍN, ESO ES AMÉRICA (Publicado en  marzo 21, 2010 a las 6:52pm, en joserafaelaraujonigrinis.blogspot.com/)
De esta Arepa, vocablo aceptado por la Real Academia Española desde 1884, notició  el Padre José de Acosta llamándola Pan de Maíz y se refería a finales del siglo XVI de esta manera: “Mas la cualidad y sustancia del pan que los indios tenían y usaban, es cosa muy diversa del nuestro, porque ningún género de trigo se halla que tuviesen, ni cebada, ni mijo, ni panizo, ni esos otros granos usados para pan en Europa. En lugar de esto usaban de otros géneros de granos y raíces; entre todos tiene el principal lugar y con razón el grano de maíz, que en Castilla llaman trigo de las Indias, y en Italia, grano de Turquía”.
Y refiriéndose en general al grano escribía: “El grano de maíz, en fuerza y sustento pienso que no es inferior al trigo; es más grueso y cálido y engendra sangre; por donde los que de nuevo lo comen, si es con demasía, suelen padecer hinchazones y sarna”
Y volviendo a la arepa el mismo José de Acosta: “El pan de los indios es el maíz; cómenlo comúnmente cocido así en grano y caliente, que llaman ellos mote, como comen los chinos y japoneses el arroz también cocido con su agua caliente. Algunas veces lo comen tostado; hay maíz redondo y grueso, como lo de las Lucanas, que lo comen españoles por golosina, y tiene mejor sabor que garbanzos tostados. Otro modo de comerle más regalado es moliendo el maíz y haciendo de su harina, masa, y de ella unas tortillas que se ponen al fuego, y así caliente se ponen a la mesa y se comen; en algunas partes las llaman arepas. Hacen también de la propia masa unos bollos redondos, y sazonándolos de cierto modo que duran y se comen por regalo. Y porque no falte la curiosidad también en comidas de Indias, han inventado hacer cierto modo de pasteles de esta masa, y de la flor de su harina con azúcar, bizcochuelos y melindres que llaman”
Años antes, el florentino Galeotto Cei refería: “Hacen otra suerte de pan con el maíz a modo de tortillas, de un dedo de grueso, redondas y grandes como un plato a la francesa, o poco más o menos, y las ponen a cocer en una tortera sobre el fuego, untándola con grasa para que no se peguen, volteándolas hasta que estén cocidas por ambos lados y a esta clase llaman areppas y algunos fectegua”
El naturalista francés Jean Baptiste Boussingault, geólogo y aventurero, de singular rudeza en sus juicios,  libre pensador y conocedor de Bolívar, y quien recorrió el territorio colombiano entre 1823 y 1832 por orden del libertador, gustoso del pan hecho en Bogotá, del cual dijo que era mejor que el francés, tampoco pudo abstraerse de describir el alimento preferido, ícono de la gastronomía, de colombianos y venezolanos. Escribió en su libro Memorias: “Cuando la mazorca no está madura todavía, la ponen a cocinar bajo ceniza y entonces es un alimento harinoso, ligeramente dulce, llamado "choclo"; cuando los granos están maduros, los mojan en agua y los trituran en una piedra, para hacer una pasta que modelan como una galleta y que cocinan en un plato de barro: así obtienen la "arepa", especie de pan ácimo”.

El cronista español Pedro Cieza de León (Llerena, c. 1520 - Sevilla, 1554), quien conoció buena parte de Colombia en sus andanzas con Alonso de Cáceres, Jorge Robledo y Sebastián de Belalcázar, registra el consumo de la arepa en la provincia de Cartagena:Entre estos indios de que voy tratando, y en sus pueblos se hace el mejor y más sabroso pan de maíz en la mayor parte de las Indias, tan gustoso y bien amasado que es mejor que alguno de trigo que se tiene por bueno”.
Cómo se nota que Pedro Cieza de León no tuvo la fortuna de explorar las tierras de San Diego de Las Flores y menos aún degustar las arepas limpias asadas de la señora Nery, habría escrito todo un tratado sobre el tema. Recuerdo como si fuera hoy el dejillo como a ceniza del neutro sabor a campo de ese pan de maíz, con textura sin igual, que por seis días a la semana  abrasaba esta buena y respetable señora para deleite de los parroquianos. Si pernoctaba en San Diego era obligatorio para mí deleitarme con  estas arepas acompañando a un guiso o unos huevos fritos blandos.
Para fortuna del pueblo y mía propia, el hijo de la señora Nery, Over, continúa con esa tradición del buen sabor.

FUENTES:
Historia Natural y Moral de Las Indias. José de Acosta.

Pedro Cieza de León (2005). Crónica del Perú. El señorío de los Incas.

miércoles, 21 de marzo de 2012

ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAÍS VALLENATO (5) PABLO EMILIO FONSECA HENRÍQUEZ


ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAIS VALLENATO (5) PABLO EMILIO FONSECA HENRÍQUEZ.
Por: José Rafael Araujo Nigrinis.




Fotografía de Pablo Emilio Fonseca Heríquez (Cortesía de su hijo Pablo Emilio Fonseca Deluque)
Mientras estoy cuidando a mi papá reviso su pequeña gran biblioteca y me encuentro con un librito, “Mis Escritos”, que me llamó la atención. Le pregunto que cómo llego a sus manos esta obra y me dice que no recuerda. Abro en cualquiera de sus páginas y leo:

“QUIERO
Quiero para mi sed tus labios bellos
Quiero para mi vida tu ternura
Para mi corazón tu amor y sus destellos
Y para mi triste reposo tu dulzura

Quiero para mi ocaso tus pasiones
La fragancia divina de tu ser
Quiero para mi tristeza tus canciones
Y para mi negra soledad tu querer

Quiero para mis penas tu consuelo
Para mi angustia tu cariño santo
Dale a este ser que te ama tanto
Un jirón de tu amor para su cielo”

Busco en internet y descubro un vídeo en el que aparece como cuentero principal de narraciones costumbristas de Riohacha, definitivamente entretenido y diciente sobre la picaresca y el costumbrismo de la región, típico del País Vallenato.

De la lectura del “librito”, veo que se trata de una compilación póstuma auspiciada por su esposa e hijos, la familia Fonseca Deluque en conmemoración de su primer cabo de año.

Nació Pablo Emilio Fonseca Henríquez, en Uribia en 1944 y falleció en la noble Riohacha en el año 2000. Es autor de “Guajirismos”, publicado en 1992 por la Gobernación y Universidad de La Guajira y de “Anecdotario Guajiro” (Centro de Editores, Barranquilla, 1998) que fue trabajado a cuatro manos con su primo César Henríquez López (también fallecido), quien en vídeo conocido narra las peripecias en la construcción de las anécdotas. Cuenta César que se enviaban los escritos y se los corregían o complementaban mutuamente, reconociendo la primacía de la pluma de Pablo Emilio.

La Corporación Sociocultural EMCULTUR ha creado en reconocimiento al talento narrativo del SAZO, la Escuela de Formación Artística y Narración Oral “Pablo Emilio Fonseca Henríquez” que imparte talleres destinado a multiplicar las tradiciones, el cuento y la histriónica.

Tiene razón García Márquez cuando al hacer referencia a la bella construcción literaria en el País Vallenato cuando menciona a como “cruje el maderamen en el agua” de la Piragua de José Barros. Es que en nosotros brota. Escribe Pablo Emilio en Yo …. y el Mar: “Voy a dar un paseo en esta tarde bajo el tibio sol de octubre y dentro del marco del panorama guajiro, que tiene esa mágica realidad del mar Caribe, infinitamente más bello que esas sensaciones de ternura que desprenden las cosas íntimamente asombrosas”.

Pero además de la buena pluma se filtra por la malla más tupida la nobleza que brota en la gente de bien, no solo son los escritos, no solo la narrativa oral, devienen del “librito” esencias y aromas del hombre íntegro que identifica a nuestro raizal, a nosotros los criollos. Y de esto tiene plena conciencia cuando escribe en “Tengo las manos callosas de tanto aferrarme al vacío" una sentencia sobre su “ESTAMIENTO”, sobre su “YO SOY” afirmando sin ambages: “Si la gran mayoría de la gente no es fiel a una sola causa yo sí lo he sido. Porque cuando soy … Soy. Pese a todo. De veras lo doy todo”.

QUÉ BUENO, SAZO.

viernes, 16 de marzo de 2012


ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAÍS VALLENATO (4). JAIRO SUÁREZ REALES.
Por: José Rafael Araujo Nigrinis
Justo cien años antes de que naciera Jairo Suárez, Matías Hohner había instalado en 1857, con su esposa, la fábrica de armónicas (dulzainas) que lo harían rico y famoso, la que más tarde construiría acordeones y otros instrumentos musicales. Aunque la armónica fue inventada en 1821 por el también relojero alemán de 16 años llamado Christian Ludwig Buschmann fue Hohner quien la masificó gracias a la acogida de los Estadounidenses por medio de unos parientes de este que sirvieron de vendedores ambulantes.
¿Y que tienen en común, Jairo Suárez, Matías Hohner y Christian Ludwig Buschmann? Pues que todos ellos son creadores (el acordeón deriva de la armónica), músicos empíricos (porque Jairo no es relojero como lo eran Matías y Christian) además de coadyuvadores del arte musical. Ah! Y todos conocen a Alemania. Sí, Jairo Suárez, aquel que en su infancia hizo parte de un conjunto cuyos instrumentos eran una armónica, un pote de galletas (tambor o caja) y la coraza de un termo de café (la guacharaca) estuvo en Trossingen (18 días), lugar donde se encuentra la fábrica de acordeones Hohner, la que tocamos los Vallenatos. Sí, estuvo en esa pequeña ciudad alemana en el año 2010 con ocasión del rodaje de la película “El Gran Viaje del Acordeón”, con Manuel Vega (acordeonero) y Dionisio Bertel (Guacharaquero) , el productor Reinaldo Sagbini Echávez y el cineasta Andrew tucker. Jairo toca con maestría la Caja.

Cuenta Jairo que pararon la fábrica para que interpretaran vallenatos y que lo que más sensación causó al respetable público fue la Guacharaca. Comprensible, el acordeón es de ellos, el tambor desde siempre es conocido como elemento integrador y de comunicación social además de la influencia negra, pero la Guacharaca es muy nuestra como lo es la caña brava o el corocito.
Nació Jairo Suárez el 21 de marzo de 1957 en Valledupar, Barrio Gaitán, Victoria Reales y Luis Alberto Suárez, ambos de la Costa Caribe pero no de Valledupar. Se establecieron en las invasiones del 1° de mayo en Valledupar y aún conservan esa casa. Su afición por la música vallenata fue impulsada por un programa que presentaban en la emisora Radio Guatapurí a las 11:30 a.m., que se llamaba Cantares del Cesar, en la que “tocaban” mucho la música de Alejo Durán, Luis Enrique Martínez y Calixto Ochoa, a los que más admiraba para ese entonces aunque su autor preferido siempre ha sido Enrique Díaz.
Se presentó como acordeonero aficionado en los festivales de Barrancabermeja, Fonseca, Urumita, Arjona (2° puesto) y en el Festival Bolivarense del Acordeón (Porro y Cumbia).

Como cajero ha participado en todos los festivales de música vallenata en el Caribe y el país. En el festival vallenato ganó acompañando en la caja al Pollito Herrera contra Beto Villa y Alfredo Gutiérrez.
Pero la importancia mayor de Jairo Suárez está en su nobleza como amigo y ser humano, agradando a todos, divirtiendo a sus amigos y sobre todo, enseñando al que quiera aprender cualquiera de los instrumentos de los aires vallenatos. Con dinero o sin dinero.
Interpreta con soltura los 3 instrumentos principales del Vallenato, Acordeón, Caja y Guacharaca y es fanático de los festivales folclóricos y de música popular vallenata acudiendo y participando en todos los que puede, tocando cualquiera de los instrumentos. Su primer conjunto vallenato lo armó cuando niño con sus vecinos de infancia. Uno de ellos tenía una dulzaina (armónica) e improvisaron la caja o tambor con un pote de galletas y la guacharaca con el exterior acanalado de los termos de conservar café caliente de la época. A partir de ese “conjunto esquinero” se inclinó por la caja. Luego como a los 12 años, con ocasión de una fiesta de bodas en su vecindad escuchó tocar a Florentino Montero y a Miguel Yaneth y “me emocioné con el acordeón”. Empezó tocando la Cumbia Sampuesana y luego se aficionó a la música de Los Hermanos López, intensificó su acordeón con un hohnner de dos teclados que le compraron en su casa pero siempre su fuerte ha sido la caja, la percusión. Trabajó 8 años con Héctor Zuleta (+) y Adaníes Díaz (+) y participó en la última grabación de ellos (donde está Marianita) y luego acompañó a Silvio Brito con Colacho Mendoza y Silvio con el Pangue Maestre.
“Después me incliné por los Festivales, me gustan más que las presentaciones y casetas”.
Desde 2003 más o menos está enseñando sin costo para los interesados a tocar el acordeón, la caja y la guacharaca.
Algunos de sus amigos: Jairo Acosta, Jairo Moreno, Carlos Moscote, Jaime Castro, Enrique Díaz, Alejo Durán (+), Ovidio Granados, Julio de la Ossa, Rodolfo Castilla, Pablo López y quien escribe este artículo.

La película 'El gran viaje del acordeón' rodada en 26 ciudades de Colombia y Alemania, se estrenará en mayo de 2012.

miércoles, 29 de febrero de 2012

BONIFICACIONES LABORALES

BONIFICACIONES POR METAS ALCANZADAS EN LOS DIFERENTES CONTRATOS LABORALES A TÉRMINO INDEFINIDO, A TÉRMINO FIJO O DE PRESTACION DE SERVICIOS EN COLOMBIA.
Por: José Rafael Araujo Nigrinis – ARAUJO LEGAL S.A.S.
Pregunta: Pago de bonificaciones por coordinación de programa. A contratos indefinidos y a contratos fijos. ¿Puede pagarse mensual? Qué se recomienda.
Respuesta:
El requisito básico para que un pago sea considerado como salario es que corresponda a la remuneración del trabajo. En este sentido dicta el artículo 127 del Código Sustantivo del Trabajo:

Constituye salario no sólo la remuneración ordinaria, fija o variable, sino todo lo que recibe el trabajador en dinero o en especie como contraprestación directa del servicio, sea cualquiera la forma o denominación que se adopte, como primas, sobresueldos, bonificaciones habituales, valor del trabajo suplementario o de las horas extras, valor del trabajo en días de descanso obligatorio, porcentajes sobre ventas y comisiones.

Entonces, todo pago que tenga por objeto remunerar al trabajador hace parte del salario sin importar la denominación que se le otorgue. Así hacen parte del salario las comisiones y las bonificaciones por venta.

Las normas laborales por ser de alto contenido de orden público imponen ciertos criterios de manera que los particulares no pueden pactar en las condiciones laborales naturaleza diferente a la que la ley le haya dado.

Aquí es dable informar sobre la confusión que se puede presentar con el tema de las bonificaciones por mera liberalidad del patrono, esa acción libre que el patrono toma para gratificar por medio de un pago, por ejemplo, el buen desempeño del trabajador.
Cosa que puede hacer o no porque el trabajador está obligado a cumplir bien y fielmente con sus deberes pero que el empleador estima que puede estimularlo a no decaer o a mejorar.
En este contexto, las bonificaciones por mera liberalidad no deben estar contenidas en el contrato de trabajo, no pueden pactarse siquiera verbalmente ni pueden ser habituales (por ejemplo mensualmente). Deben ser circunstanciales. Puede pasar que en una asamblea de socios o en una junta directiva, se trate determinado tema en el cual un negocio preciso resultó exitoso y determinados empleados tuvieron mucha incidencia en el resultado favorable. Ahí el empleador, decide, para ese caso específico y ocasional entregar determinada cantidad de dinero a los trabajadores como agradecimiento por una parte y estímulo por la otra. Este es un pago que depende exclusivamente de la voluntad del empleador.
Ahora, expresamente la ley ha dispuesto qué pagos no constituyen salarios al tenor de lo dispuesto en el artículo 128 del Código Sustantivo del Trabajo:

Pagos que no constituyen salario. No constituyen salario las sumas que ocasionalmente y por mera liberalidad recibe el trabajador del empleador, como primas, bonificaciones o gratificaciones ocasionales, participación de utilidades, excedentes de las empresas de economía solidaria y lo que recibe en dinero o en especie no para su beneficio, ni para enriquecer su patrimonio, sino para desempeñar a cabalidad sus funciones, como gastos de representación, medios de transporte, elementos de trabajo y otros semejantes. Tampoco las prestaciones sociales de que tratan los títulos VIII y IX, ni los beneficios o auxilios habituales u ocasionales acordados convencional o contractualmente u otorgados en forma extralegal por el empleador, cuando las partes hayan dispuesto expresamente que no constituyen salario en dinero o en especie, tales como la alimentación, habitación o vestuario, las primas extralegales, de vacaciones, de servicios o de navidad.

De la lectura atenta de este artículo se desprende que hay algunos pagos que podrían tener la naturaleza de salario pero que podrían de manera expresa y por escrito pactarse como no constitutivos de salario, obviamente, más allá del salario mínimo que es intocable.

Esta libertad y flexibilidad legal significa que estos pagos no constitutivos de salario no formarán parte para tomar la base con el propósito de calcular los aportes parafiscales, la seguridad y prestaciones sociales. Si formará parte dentro del rango fijado por la ley de la base para obtener el valor de la retención en la fuente por ingresos laborales.

Aunque aparentemente la ley no precisa cual es monto máximo que se puede pactar como no constitutivo de salario, mi análisis me lleva a conceptuar que jamás debe ser superior al 40% del total de la remuneración base.

Todo porque el artículo 30 de la ley 1393 de 2010 dictó que:

“Sin perjuicio de lo previsto para otros fines, para los efectos relacionados con los artículos 18 y 204 de la ley 100 de 1993, los pagos laborales no constitutivos de salario de los trabajadores particulares no podrán ser superiores al 40% del total de la remuneración”

Aunque la norma se está refiriendo a los casos de las bases para el pago de los aportes parafiscales, prestaciones y seguridad social, una interpretación judicial posterior la haría extensiva a todos los eventos.

En conclusión sí es posible pactar valores con el trabajador, sea vinculado por contrato a término fijo o a término indefinido, que no constituyan factor salarial. Pero, habría que mirar cada caso en concreto por las debidas precauciones contractuales. También es posible entregar bonificaciones por mera liberalidad dentro de los parámetros ya expuestos.

El contrato por prestación de servicio, al tratarse de un contrato de la autonomía privada no hay ningún inconveniente para pactar algunas bonificaciones y en especial primas de éxito.

lunes, 27 de febrero de 2012

ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAIS VALLENATO (3). EL PALO DE BRASIL

ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAÍS
VALLENATO. (3)
El Palo de Brasil. La mejor Leña del Mundo. El País Vallenato, siempre expoliado.
Por:
José Rafael Araujo Nigrinis.
No es de ahora que siempre termina nuestro país y sobre todo nuestra región perjudicada por el “arranque” de nuestros recursos agropecuarios y energéticos.
En el caso de los no renovables, gravísimo que la voracidad de otros Estados en mejor situación y con poder dominante, con nuestra tropical complicidad, se lleven nuestros recursos prácticamente a cambio de nada y que el vacío no sea llenado por infraestructura y proyectos productivos. Pero peor aún, que seamos nosotros mismos, perjudicados en las relaciones de comercio, quienes no renovemos nuestros recursos por la desidia e ignorancia. El Palo de Brasil es un ejemplo bien diciente de cómo hemos manejado en nuestra región el pasado, presente y futuro. Da grima ver que la leña de Brasil ha desaparecido prácticamente del País Vallenato, atreviéndome a asegurar que si no lo hay aquí tampoco está en el resto de Colombia. Y el hecho no solo es que esta excelente leña se haya esfumado, sino que el uso de la energía se ha trasladado a otros árboles que siendo igual de frágiles desde el punto de vista de su cultivo, tienen mucho menos poder calórico que provoca mayor gasto de la flora.
Casi desde el mismo día que los expedicionarios ibéricos tocaron tierra firma en la Región Caribe, hemos estado deforestando la tierra para beneficios de todos menos para los nativos. Y horror, por culpa nuestra. Por culpa nuestra, porque se desforesta cuando no se reponen los árboles. Si cumplimos el ciclo no ha pasado nada. Y este Palo de Brasil es de tanta nobleza que a pesar de 500 años de estar siendo mal tratado y matado, se resiste a pasar a la categoría de la naturaleza extinta, aunque poco le falta.
Ya desde la época de la conquista se exportaba el Palo de Brasil, no habían pasado 10 años del primer viaje de Colón cuando nuestra leña tintorera ayudaba como recurso energético e industrial a las Antillas y sobretodo a Europa.
En efecto, en 1501, luego de que Rodrigo de Bastidas recorriera toda la costa caribe nuestra, “regreso a la Española cargado de oro, perlas, palo Brasil e indios esclavos, a reparar los barcos que se encontraban en malas condiciones después de sortear un temporal” (Vélez Ocampo, Antonio. Descubrimiento de América). A propósito, pobre Bastidas, bien mal que lo trataron sus mismo paisanos por ser el de gran nobleza y cristianos sentimientos.
Y esta fue mercancía recogida en Santa Marta porque para esa época las huestes de Bastidas no se habían adentrado al continente, eran “solo playa” y afortunadamente para ellos de esa materia había en abundancia sobre esa costa. Yo me imagino de Santa Marta hasta Ciénaga y bordeando la Sierra hasta Guachaca. Tan cierto debió ser que para el siglo 18 el padre Antonio Julián al comentar sobre el Palo de Brasil expuso “Pensarán algunos que este palo se llama del Brasil porque solo se halla en el Brasil, y de allí viene a Europa. No es así, no hay mas razón para ello que el haberse descubierto primero en el Brasil que en otra parte de la América, porque Américo
Vespucio descubrió aquella costa del Brasil antes que Cristóbal Colombo la Tierra Firme y provincia de Santa Marta. Por lo demás, como se llama del Brasil, podía llamarse palo de Santo Marta, por hallarse con abundancia en esta provincia. Hallase junto a la misma ciudad capital de Santa Marta hallase en las inmediaciones del río de el hacha”
Pero yo voy más allá, digo que debió conocerse como Palo del Valle, antes, y en el siglo 20 y 21 como Palo Vallenato porque bastante que hubo. Fueron 4 siglos de exportación desde Valledupar y todo el país vallenato para la industria como tinte y leña primero y luego como elemento energético para las máquinas de vapor. Ya en época tardía suplimos necesidades de los Estados Unidos para su creciente industria.
Y digo que Palo del Valle o Palo Vallenato porque el mismo Antonio Julián (Siglo 18) describe la situación y negocio en nuestra región: “En los contornos de la ciudad del valle de Upar, ó de los Reyes, abunda este palo en tanta copia, que cuando hay fiestas de toros en la ciudad, se cerca toda la plaza de él, porque es el que mas á mano se halla para levantar las barreras. Y siendo así que hay tanta abundancia de este apreciable leño, tan fácil el transporte, y tan vecinos los puertos, ¿quién creyera que la nación que menos percibe su beneficio es la española? La menor parte llegará á España por manos de los mismos nacionales. ¿Pues quién lo disfruta y se lo lleva? Alieni comederunt robur ejus. Los extranjeros. Las balandras, bergantines y paquebotes forasteros, como yo he visto, lo esperan dentro ó fuera de los puertos, ó en Santa Marta, ó en el río de la Hacha, ó en Punta Canoa, ó junto al cabo de la Vela, y lo pasan á sus colonias respectivas.”
Y para Valledupar era fácil el negocio de la leña hacia Riohacha, porque habiendo buen palo, muchos caballos y el camino llano en geografía y en seguridad, lo que no podía predicarse vía territorio chimila, el comercio con el puerto de la desembocadura del hoy río Ranchería y del Cabo de la Vela desde donde salían además perlas y dividivi, el negocio de los cueros y el Palo de Brasil representaba una actividad comercial apenas pintada para los que no eran propietarios de tierras y ganados.
Todavía en el siglo 19 estaba Valledupar posicionada como la mayor proveedora de leña de Brasil. Cita Vladimir Daza Villa que Riohacha “es importante por su comercio exterior, e interior con el Valle-Dupar” del cual se traía palo de Brasil, maderas y se llevaba toda clase de artículos que entraba por el puerto de Riohacha”. La exportación se calculaba en seis mil toneladas de Palo de Brasil a mediados de ese siglo y en contrapartida entraban perfumes, aceite de almendras, instrumentos musicales y licores.
Hasta más o menos 1920 estuvo saliendo Palo de Brasil de nuestro territorio, luego nos quedamos gastándolo aquí y hoy si no recuperamos bosques de esta leña nos vamos a quedar completamente deforestados puesto que aún se sigue utilizando la cocina de leña y carbón en muchas zonas rurales que se encuentran lejos de las cabeceras municipales.
Para rematar, en prueba de que no aprendemos de nuestros errores y del pasado hay que escribir al pie de la letra esta queja de Antonio Julián que invita 300 años después a la reflexión: “De esta ciudad del rio de la Hacha, hasta el valle de Upar, ó ciudad de los Reyes, corre un gran trecho de
tierra donde se levantan montes de este leño, y del valle de Upar hacia la Nueva Valencia, sigue el camino real por entre montes de árboles del Brasil. Y porque, como todos saben, es el Brasil (que así los tintoreros absolutamente llaman el leño) un renglón considerable de comercio, por lo que
sirve para los tintes, quiero mas indubitablemente explayarme en el asunto, y mostrar para utilidad del comercio español , como con el dedo, los sitios en que se halla, comodísimos para el transporte el modo fácil de conducirlo a los puertos, el descuido o inacción de los comerciantes españoles en no procurarlo para su propio interés, y de la nación, y la descarada solicitud de los
extranjeros para llevárselo á Curazao, y á la Jamaica, á Holanda, é Inglaterra, y á otros puertos del norte”.
El señor Efraín Quintero Araujo (¡Qué falta le hace al Valle!!), siempre tuvo su preocupación por el Palo de Brasil y en su finca Palermo en Valledupar hizo un bosquecito de él para que los que vinieran después tuvieran oportunidad de conocerlo.
Bibliografía:
Vélez Ocampo, Antonio, Descubrimiento de América.
Daza Villa, Vladimir, La Ciudad Portuaria de Santa Marta, Revista
Credencial, Historia, Edición 223, julio de 2008.
Julián, Antonio, 1722-1790, La perla de
América, provincia de Santa Marta: reconocida, observada y expuesta en
discursos históricos
. Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango.

miércoles, 9 de marzo de 2011

ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAÍS VALLENATO. (2). El tío Rabanito. (4 de marzo de 2011)

ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAÍS VALLENATO. (2). El tío Rabanito. (4 de marzo de 2011)
Por: José Rafael Araujo Nigrinis.
El 3 de septiembre de 1957, en EL TELÉGRAFO, año 1 N° 2, Valledupar, periódico de mi papá Juan E. Araujo C. apareció en una nota titulada como “Casos Curiosos” la siguiente anécdota sobre un hecho que hoy de verdad si sería bien curioso: Resulta que el Corregidor de El Molino (Guajira), al saber que “algunos ciudadanos de aquel corregimiento estaban pidiendo su reemplazo ante el Alcalde de Villanueva, se trasladó a la oficina telegráfica y con la voz de mando de un emperador, ordenó al telegrafista señor Abel Urbina, que pusiera a su disposición los legajos de telegramas transmitidos, porque le interesaba saber quiénes eran los individuos que pedían su destitución. El telegrafista en un estilo gentil y muy amable le explicó al Corregidor la imposibilidad de acceder a sus exigencias, porque de hacerlo violaría de hecho la reserva telegráfica, incurriendo con ello en un grave delito que define y castiga nuestras leyes. No contento con estas sanas explicaciones, el señor Corregidor en un tono que riñe con la cultura y las buenas costumbres que deben distinguir a un funcionario, trató de humillar al telegrafista y fue entonces cuando este, haciendo un breve cambio en el conmutador de su carácter y atesándose un poco el cinturón, logró hacerse respetar impidiendo que se violaran los sagrados principios de la reserva telegráfica”.
Tratando de saber más sobre este defensor de la privacidad de las comunicaciones y puesto que no ubicaba en mi historia al caracterizado personaje, le hice una llamada telefónica a quien debía, al señor Rafael Antonio Urbina Daza, y le pedí datos biográficos sobre nuestro protagonista y me dijo: “Claro que lo conocí, Abel era mi hermano y muy amigo de tu papá”.
Me contó el “señor Toño” que su hermano fue compositor, amante de nuestra música vallenata y cultivador de algodón en la época de la bonanza. Me relató también otra anécdota que indicaba de lo que sería su carácter, me dijo que cuando Abel era todavía un muchachito su tío el señor Ezequiel Daza le pidió que lo acompañara a su finca San Vicente lo que efectivamente hizo. Al regreso, luego de las consabidas faenas del campo, el señor Ezequiel le preguntó a Abel, ¿No se Nos queda nada? ¿No dejamos nada?, respondiendo el precoz muchacho: Claro que sí tío, DEJAMOS HUELLA.
Me dijo entonces el señor Toño que a Abel le decían Rabanito como consecuencia del mote de un payaso de un circo que en esa época llegó a El Molino, payaso que compartió unos buenos licores con el papa de ellos el señor Rafael Urbina.
Ahí si exclamé: ¡Ah claro, el Tío Rabanito!, cómo no recordarlo, lo conocí, efectivamente muy buen amigo de mi papá y vecino nuestro de barrio en Valledupar. Padre de María Inés, buena amiga de mis hermanas, y del doctor Hernán Urbina Joiro, connotado médico y sobrado compositor.
A este personaje mis hermanos y yo le decíamos el Tío Rabanito, por la amistad entrañable que siempre nos ha unido con los Urbina Aroca, sus sobrinos. Gracias señor Toño por traerme esos recuerdos.

domingo, 6 de febrero de 2011

ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAÍS VALLENATO. (1)

ILUSTRES DESCONOCIDOS DEL PAÍS VALLENATO. (1)
Los héroes si existen. Juan Eusebio Araujo Calderón es uno de los del Salón de la Justicia.
Por: José Rafael Araujo Nigrinis.
Telégrafo Eléctrico Colombiano. Cuatro Esquinas, primero de noviembre de 1865, a las cinco de la tarde. El telégrafo eléctrico ha subido a los Andes Colombianos y envía su primer saludo al digno Presidente de esta República, señor Manuel Murillo Toro, que tanto empeño ha mostrado para dotar a su país con este progreso. Pueda la paz cubrir con sus alas bienhechoras toda la extensión de este hermoso país y darnos el aliento necesario para prolongar este alambre telegráfico, antes de dos años, desde la altiplanicie de Funza hasta las riberas del Atlántico. Por lo cual sigamos las cosas que son de paz . Epístola a los Romanos. Cap. 14 Vx.9. William Lee Stiles, administrador .
Respuesta: Bogotá, primero de noviembre de 1865. El Presidente de Colombia al señor Stiles, constructor del telégrafo colombiano, en Cuatro Esquinas. Gracias muy sinceras, señor Stiles, compañero del inmortal Morse. El nombre de usted será grabado con buril eterno en los anales de nuestra patria, como importador de uno de los más notables inventos del presente siglo. Reciba usted mis congratulaciones por el feliz éxito con que van coronándose sus esfuerzos y los del gobierno. Paz a los hombres de buena voluntad y gloria para los obreros de la civilización cristiana. Manuel Murillo Toro.
Un 3 de septiembre de 1957 (yo nací el 22 de ese mes y año), Juan E. Araujo C., en su editorial de EL TELÉGRAFO, año 1 N° 2, Valledupar, escribía:
“El primer número de este periodiquito con tiraje a máquina, en forma diminuta y sencilla, porque nuestra pobreza no nos permitió llevarlo a la imprenta, solo alcanzó a diez ejemplares, los cuales fueron repartidos a igual número de colegas.
Débil e impreciso aún, como el niño que ensaya sus primeros pasos y anhela una mano amiga y generosa que le ayude a sostenerse, así este opúsculo que será fuerte tribuna de todos los empleados del Ministerio de Comunicaciones, gracias a la voluntariosa y gentil ayuda de un reducido número de ellos, ha podido ir a los talleres de la prensa con presentación más aceptable, y no ya en forma de almanaque. Esperamos que para próximas ediciones, sea mayor el número de compañeros benefactores, como grande debe ser su entusiasmo, porque estas páginas estarán siempre abiertas para registrar las vibraciones intelectuales del personal y trabajar de manera eficiente por su mejoramiento cultural, moral y material.
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Para esa época, ya existía en varias ciudades de Colombia la telefonía automática y se había inaugurado la televisión educativa. Mientras, en el país vallenato, todavía estábamos bajo la romántica comunicación de la telegrafía con hilos, pero con el hoy añorado respeto por la reserva de la correspondencia y comunicación privada. Los telegrafistas, que realizaban un verdadero apostolado para la integración regional, no eran, ni lo son hoy, suficientemente ponderados y apreciados.
Por algo, en esa misma edición del “periodiquito”, consignaba desde El Banco, Don Reyes Antonio Herazo Rico, en ese entonces Secretario General del Sindicato Nacional de Comunicaciones lo siguiente: “Ojalá algún día la sociedad recuerde que el telegrafista es un funcionario honesto, leal hasta el máximun, resuelto a cumplir sus deberes sin reticencias y sin vana ostentación, para que a su vez le sepa corresponder en grado de honor, respeto y retribución, mostrándose como intérprete real de la gran Temis”
¡¡Ah, esos héroes, del señorío, que no eran doctores ni encumbrados dirigentes políticos corruptores!! ¡Ah, esos héroes, sin poder económico o militar que tanto necesita la Patria!! ¡¡Ah, como se añora a esos representantes de las buenas costumbres y de la moral ciudadana!! ¡Cómo Señor necesitamos a esos simples y buenos hombres que construían país sin esperar ningún agradecimiento diferente al reconocimiento del deber cumplido!!
Tengo registrado hasta el número 5 de EL TELÉGRAFO, en diciembre de 1957. Antes, en los años 40, la inquietud periodística se había hecho manifiesta con la compañía del eminente Carlos Alfonso Araujo Zuleta cuando sacaron a la luz BRISAS ANDINAS y HOY, en San Diego, luego lo intentó en solitario, en 1965, en Valledupar, con LA VOZ DEL CESAR.
Ese hombre desinteresado y siempre movido por el humanismo de los buenos hijos de Dios, ese señor, Juan Eusebio Araujo Calderón, ese héroe, ESE ES MI PAPÁ.